viernes, 11 de octubre de 2013

María

Eduardo Salas A. - SIEMBRA

Señora María, Mi dulce señora,
dirijo mi canto, elevo mi voz,
para que al oído le cuentes al Padre
que en toda mi vida, de Él quiero ser.

Dejar mis esfuerzos, dejar mis fervores,
toda mi existencia, por ser sólo fiel,
que brille en mis ojos la luz de tu aurora,
este amor que consume y que me hace vivir.
Hundir mis raíces en tierra fecunda
buscar con mi gente justicia y amor,
pueblos solidarios, pueblos generosos
que anuncian la vida, que anuncian la paz.

Romper las fronteras que agobian al pobre,
que apartan, que matan, que dejan morir,
las cruces del odio, cruces que reprimen,
el hambre, el dolor, la injusticia y traición.
Vivir para el pobre, vivir para Dios,
buscar sin descanso en su seno habitar,
tener por amparo la luz de tu palabra
de un Dios que decide en el pueblo vivir.

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