Jaime Montoya A.
Cuando quieras con Dios conversar
y a tu puerta te piden pan,
no temas dejar tu oración
cambiando a Dios por Dios.
Y si encuentras en tu camino
enfermos y heridos de amor,
debes sentir su dolor,
es el grito que clama a Dios.
El amor es fortaleza
como fuente sin final,
que agita en sus aguas bondad,
ternura y caridad,
fecunda en los pobres la paz,
justicia y libertad.
Cuando quieras a Dios encontrar
y te canses de tanto esperar
basta bajar la mirada
para hallarlo en el dolor.
Él sufre las injusticias,
los despojos, el desamor,
y espera que puedas forjar
igualdad y dignidad.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
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