Jaime Montoya A.
Mujer sencilla, humilde de los pobres,
amiga buena del diario caminar.
acompañas los intentos de tu pueblo
y tu presencia nos renueva en nuestro andar.
Mujer de fe, valiente, decidida,
aceptaste ser la madre del Señor
encarnaste al esperado de los tiempos
y gritaste un nuevo canto al Creador.
Ven, Virgen y madre a acompañar
nuestras luchas y trabajos por lograr
una tierra nueva, una nueva humanidad
patria que nos una en libertad.
Sensible a los clamores de tu gente
templaste el alma de nuestro Salvador
la esperanza reflejada en tu mirada
y en tu pecho guardas todo con amor.
Acompaña y fortalece nuestras vidas,
protégenos de errar en nuestro andar,
ilumina nuestras sendas con tu ejemplo
y encamínanos al reino del Señor.
jueves, 18 de septiembre de 2008
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