Eduardo Salas A.
Entre sombras que envuelven y oscurecen,
cuando el mal nos tienta y envilece,
nuestra voz te grita y te reclama,
por olvidos, por silencios y omisiones.
Cuando ahogan el clamor de los humildes
y vencidos por el llanto y la impotencia
nuestros puños soberbios se levantan,
traicionados por modelos y adelantos.
Es tu cruz, Jesús nuestra esperanza,
el camino y la prueba de tu amor,
de la muerte renace la vida,
nuestra espera llega cierta a su final.
Es tu cruz, Jesús nuestra confianza,
es la luz que alumbra el corazón,
que libera, que acaricia y hace nueva
tu promesa y funda nuestra libertad.
Si el desprecio margina a cada pobre,
y el maltrato segrega a los sencillos,
la riqueza cimenta sus poderes
olvidando, indolente, a cada humilde..
En el cansancio, al brotar la indiferencia
y cercados de egoísmo y de miseria,
al caer de la tarde entre silencios
y quebrada toda fraternidad.
jueves, 18 de septiembre de 2008
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